domingo, 24 de abril de 2011

Sube a nacer conmigo, hermano, Pablo Neruda y Joan Baez

Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado;
domador de guanacos tutelares;
albañil del andamio desafiado;
aguador de las lágrimas andinas;
joyero de los dedos machacados;
agricultor temblando en la semilla;
alfarero en tu greda derramado;
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

Canto XII del poema Alturas de Machu Picchu, de Pablo Neruda, publicado en la obra Canto General (1951).

miércoles, 20 de abril de 2011

Murder on Music Row, George Strait y Alan Jackson

Larry Cordle y Larry Shell compusieron esta canción que acabó dando título al disco de 1999 de la formación de bluegrass Larry Cordle & Lonesome Standard Time, y el tema se llevó el premio a la Canción del Año en la edición de 2000 de los International Bluegrass Music Awards.

La letra supone una dura crítica a la música country que imperaba en aquellos días, combianda en exceso con el pop tanto en sus formas como en su esencia, para alcanzar a las grandes masas. Los ritmos, instrumentos y temas tradicionales del country eran sustituidos por opciones más apropiadas para el gran público, lo que suponía por otro lado que las principales emisoras rara vez pinchasen piezas de grandes leyendas del género, como Hank Williams, George Jones o Merle Haggard, que sonaban “demasiado viejos” para la nueva onda.

'Murder on Music Row' cobró verdadera relevancia cuando, en la gala del año 2000 de los Premios de la Country Music Association, las dos figuras más grandes del momento, George Strait y Alan Jackson, la entonaron juntos en directo. Llegaron a grabar una versión de estudio, y aunque no se lanzó como sencillo, la respuesta popular fue tan arrolladora que las emisoras no dejaban de piuncharla. Los dos exponentes más populares de la corriente neo-tradicionalista del country (nada que ver con la política, sino con el estilo tradicional, limpio de otras influencias musicales e intereses empresariales) agitaban así las conciencias del público y de la industria, animando a echar mano de la cantera de nuevos talentos que apostaban por un country libre de ingerencias. La Country Music Association premio a los dos artistas con el galardón al Evento Vocal del Año y con la Canción del Año.

Ese "Music Row" del título hace referencia a una área de la ciudad de Nashville, al zur, en la que se localizan una gran cantidad de empresas de la industria de la música country, a las que esos versos acusan de culpables del "crimen" del estilo tradicional.


Asesinato en el Paseo de la Música

Nadie los vio corriendo
Desde la 16ª Avenida
Jamás encontraron huellas dactilares
O el arma que se empleó.

Pero alguién mató a la música country
Cortándole su cabeza y arracándole su alma
Se largaron con ese crimen
Allá en el Paseo de la Música

El dólar todopoderoso
Y el ansia de fama en todo el mundo
Poco a poco mataron la tradición
Y por eso, alguien debería ser colgado

Todos dicen: "¡No soy culpable!"
Pero las evidencias demostrarán
Que el asesinato se cometió
Allá en el Paseo de la Música

Las guitarras steel ya no lloran
Y los fiddle pocas veces suenan
Sin embargo, baterías y guitarras de rock 'n' roll
Se combinan en tu cara

El viejo Hank no tendría ni una oportunidad
En la radio de hoy día
Desde que cometieron el asesinato
Allá en el Paseo de la Música

Ellos pensaron que nadie la echaría en falta
Una vez que estuviee muerta y desaparecida.
Se dijeron que nadie compraría aquellas viejas
canciones sobre bebidas y traiciones.

Bueno, no hay justicia en todo esto
Y los hechos son fríos y contundentes
El asesinato se ha cometido
Allá en el Paseo de la Música.


Murder on Music Row

Nobody saw them running
From 16th Avenue
They never found the fingerprints
Or the weapon that was used
But someone killed country music
Cut out its heart and soul
They got away with murder
Down on music row

The almight dollar
And the lust for worldwide fame
Slowly killed tradition
And for that, someone shouldhang
They all say "Not Guilty!"
But the evidence will show
That murder was committed
Down on music row

For the steel guitars no longer cry
And the fiddles barely play
But drums and rock 'n' roll guitars
Are mixed up in your face
Ol' Hank wouldn't have a chance
On today's radio
Since they committed murder
Down on music row

They thought no one would miss it
Once it was dead and gone
They said no one would buy them ol'
Drinkin' and cheatin' songs
Well there ain't no justice in it
And the hard facts are cold
Murder's been committed
Down on music row

viernes, 8 de abril de 2011

¿Por qué?, Jarcha

Como ya he comentado en otras ocasiones, cuando comencé a descubrir el placer por la música, a los catorce o quince años, me encantaba rebuscar entre los vinilos de mi padre y dejarme seducir por los grupos y solistas que allí me aguardaban. Pocos me resultaban extraños, dado que había crecido escuchando sus voces durante las mañanas de fin de semana y los viajes en coche; las voces de Neil Diamond y Violeta Parra, de los Beatles y Mocedades, de Jorge Cafrune, Carlos Cano y Mari Trini.

Supongo que en buena medida se debe a aquella herencia musical paterna —combinada con lo sensible e inquieto de esa edad— el hecho de que mi entrada en la pasión musical se diese por la puerta de la canción de autor, tirando a rojete, además. ¡Qué le vamos a hacer...!

Recuerdo que uno de los discos que más pinchaba, cuando ya empezaba a entenderme con el tocadiscos de mi padre, era uno de Jarcha. No el famoso Libertad sin ira, sino justo el que lanzaron a continuación, En el nombre de España, paz. Creo que soy de los pocos de mi generación que conoció muchas canciones del grupo onubense antes de llegar al célebre himno publicitario con el que se presentó en sociedad Diario 16. De hecho, aquel En el nombre de España, paz sigue pareciéndome uno de los mejores trabajos de la formación, con un equilibrio fantástico entre temas populares, adaptaciones y composiciones propias, entre ritmos tradicionales y creaciones más actuales.
Hace un par de días me vino a la cabeza una de las canciones de aquel álbum. Fue a cuento de una conversación con un par de amigos. Hablábamos de la intervención de la ONU en Libia, y de las declaraciones de Obama, Zapatero y otros líderes mundiales sobre la necesidad de parar los pies a Gadafi. Nos asqueaba comprobar que asistimos por enésima vez al vergonzoso espectáculo de tener que escuchar lo peligroso que es un tipo que ayer era amigo. Otra vez a una guerra para desarmar a un individuo al que las propias potencias occidentales han armado previamente. No sé si es que los ciudadanos somos demasiado tontos o bien indiferentes hasta un punto enfermizo, pero desde luego esto es un pitorreo, y con dramáticas consecuencias, que es lo peor.

Si lo pensamos bien, la cosa es zafia como el argumento de la peor película en plan Delta Force: los políticos malandrines que venden armas al villano para justificar después entrar a saco para desarmarlo y de paso quedarse con sus riquezas (petroleo) o poner un gobernante pelele al frente del país. Así contado suena poco original, tal vez sea porque se trata de una situación que se ha repetido demasiadas veces en la vida real.

Como decía, al hilo de esa conversación vino a mi memoria musical el recuerdo de aquella canción de Jarcha, ‘¿Por qué?’, hoy tan sensible y reflexiva, dulcemente ingenua, como quince años atrás: nadie puede aprobar una muerte ni convertir la guerra en un negocio, aunque digamos lo que digamos, juegan con nosotros a su antojo.

Puedes escuchar la canción pinchando aquí.
¿Por qué?

¿Quién fabrica las pistolas? ¿Quién?
¿Quién las cargará con balas? ¿Quién?
¿Quién apretará el gatillo? ¿Quién?
¿Quién ha de morir mañana? ¿Quién?


¡Puedes ser tú, puedo ser yo!
Las balas no han de respetarnos.
¡Puede ser éste, quizás aquél!
El quién no importa, sólo el porqué.


¿Quién apretó el gatillo? ¿Quién?
¿Quién nos disparó?
Izquierdas o derechas. ¿Quién?
¡Qué se yo!


Se mezclan intereses con rencor,
los odios, con doctrinas.
Y el resultado de esta mezcla es
muerte y dolor.


Nadie da licencia de matar,
el hombre no es un blanco.
Guardad vuestras pistolas de una vez
Que todos queremos paz, paz...


¿Quién segará nuestras vidas? ¿Quién?
¿Quién se manchará de sangre? ¿Quién?