miércoles, 18 de mayo de 2011

We shall not be moved, Pete Seeger, Joan Baez y otros

Esta es una canción de raíces. Así se cita en la letra, y así también se advierte en su historia. Las raíces de esta composición se pierden en las plantaciones esclavas estadounidenses del XIX. 'I shall not be moved', era entonces el grito: "No me moverán". Éste mismo estribillo pasó a convertirse, en voces de los blancos, en uno de los más coreados en las iglesias como un canto religioso que acabarían grabando Johnny Cash. o Elvis Presley.

Pero más fiel a sus orígenes fueron las versiones como las que surgieron en los difíciles años de la depresión económica, cuando el "yo" se convirtió en "nosotros", y Pete Seeger, entre otros, hicieron de éste uno de los himnos por antonomasia del movimiento obrero. "Juntos en la huelga, no nos moverán; Juntos los negros y los blancos, no nos moverán". Poco después, cuando el movimiento por los derechos de la gente de color comenzó a cobrar fuerza, también ese "no nos moverán" se erigió en cántico enarbolado contra los salvajes inclementes que linchaban y quemaban a sus semejantes.


Así, generación tras generación, causa tras causa, desde la resistencia en Chile a la lucha contra la dictadura en España, este 'No nos moverán' ha sido una de las composiciones entonadas por más gente, ansiosa de cambios, necesitada de justicia, rebosante de esperanza. Pero lo mejor de este cántico es que toda una generación, entre la que tengo la suerte de encontrarme, crecimos cantando esta melodía porque la conocimos en una serie de televisión, Verano azul. Hoy, muchos incautos la banalizan y bomean a su costa, pero no se plantean que es impensable, completamente inimaginable, ver en el año 2011 una serie dedicada a niños y adolescentes en la que se entonen versos del calado de "Unidos en la lucha, no nos moverán". No, hoy se cuidan demasiado de amansar alo personal. Ellos, los ignorantes, se ríen de aquella resistencia por el barco de Chanquete, sin advertir que muchos de los que crecieron a su calor, o al de la Bola de Cristal -¿Quién tendría los bemoles de meter hoy en un programa infantil la frase "¡Muera el mal, muera el camita!"-, muchos de esos niños, decía, son los que han salido a la calle estos días a decir que están hasta las narices de la situación, y que ya está bien de tomar el pelo al personal.


No nos moverán
(Versión de Joan Baez, la más popular en la España de la Transición)

No, no, no nos moverán
No, no, no nos moverán
Como un árbol, firme junto a un río
No nos moverán

Unidos en la vida (No nos moverán)
Unidos en la vida (No nos moverán)
Como un árbol, firme junto a un río
No nos moverán

Unidos en la lucha (No nos moverán)
Unidos en la lucha (No nos moverán)
Como un árbol, firme junto a un río
No nos moverán


We shall not be moved
(La versión obrera de Pete Seeger)

No, no, no nos moverán
No, no, no nos moverán
Como un árbol, firme junto al agua
No nos moverán

El sindicato nos respalda (No nos moverán)
El sindicato nos respalda (No nos moverán)
Como un árbol, firme junto al agua
No nos moverán

Permaneceremos y lucharemos juntos (No nos moverán)
Permaneceremos y lucharemos juntos (No nos moverán)
Como un árbol, firme junto al agua
No nos moverán

Estamos juntos los negros y los blancos (No nos moverán)
Estamos juntos los negros y los blancos (No nos moverán)
Como un árbol, firme junto al agua
No nos moverán


Del barco de Chanquete
(La versión televisiva, demasiado agresiva para los inocentes niños que quieren criar hoy)



No, no, no nos moverán
No, no, no nos moverán
Porque en el barco tiene el su nido
No nos moverán

Del barco de Chanquete (No nos moverán)
Del barco de Chanquete (No nos moverán)
Porque en el barco tiene el su nido
No nos moverán

Vuestras pretensiones (No nos moverán)
Todos sus millones (No nos moverán)
Porque en este barco es toda mi vida
No nos moverán

domingo, 24 de abril de 2011

Sube a nacer conmigo, hermano, Pablo Neruda y Joan Baez

Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado;
domador de guanacos tutelares;
albañil del andamio desafiado;
aguador de las lágrimas andinas;
joyero de los dedos machacados;
agricultor temblando en la semilla;
alfarero en tu greda derramado;
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

Canto XII del poema Alturas de Machu Picchu, de Pablo Neruda, publicado en la obra Canto General (1951).

miércoles, 20 de abril de 2011

Murder on Music Row, George Strait y Alan Jackson

Larry Cordle y Larry Shell compusieron esta canción que acabó dando título al disco de 1999 de la formación de bluegrass Larry Cordle & Lonesome Standard Time, y el tema se llevó el premio a la Canción del Año en la edición de 2000 de los International Bluegrass Music Awards.

La letra supone una dura crítica a la música country que imperaba en aquellos días, combianda en exceso con el pop tanto en sus formas como en su esencia, para alcanzar a las grandes masas. Los ritmos, instrumentos y temas tradicionales del country eran sustituidos por opciones más apropiadas para el gran público, lo que suponía por otro lado que las principales emisoras rara vez pinchasen piezas de grandes leyendas del género, como Hank Williams, George Jones o Merle Haggard, que sonaban “demasiado viejos” para la nueva onda.

'Murder on Music Row' cobró verdadera relevancia cuando, en la gala del año 2000 de los Premios de la Country Music Association, las dos figuras más grandes del momento, George Strait y Alan Jackson, la entonaron juntos en directo. Llegaron a grabar una versión de estudio, y aunque no se lanzó como sencillo, la respuesta popular fue tan arrolladora que las emisoras no dejaban de piuncharla. Los dos exponentes más populares de la corriente neo-tradicionalista del country (nada que ver con la política, sino con el estilo tradicional, limpio de otras influencias musicales e intereses empresariales) agitaban así las conciencias del público y de la industria, animando a echar mano de la cantera de nuevos talentos que apostaban por un country libre de ingerencias. La Country Music Association premio a los dos artistas con el galardón al Evento Vocal del Año y con la Canción del Año.

Ese "Music Row" del título hace referencia a una área de la ciudad de Nashville, al zur, en la que se localizan una gran cantidad de empresas de la industria de la música country, a las que esos versos acusan de culpables del "crimen" del estilo tradicional.


Asesinato en el Paseo de la Música

Nadie los vio corriendo
Desde la 16ª Avenida
Jamás encontraron huellas dactilares
O el arma que se empleó.

Pero alguién mató a la música country
Cortándole su cabeza y arracándole su alma
Se largaron con ese crimen
Allá en el Paseo de la Música

El dólar todopoderoso
Y el ansia de fama en todo el mundo
Poco a poco mataron la tradición
Y por eso, alguien debería ser colgado

Todos dicen: "¡No soy culpable!"
Pero las evidencias demostrarán
Que el asesinato se cometió
Allá en el Paseo de la Música

Las guitarras steel ya no lloran
Y los fiddle pocas veces suenan
Sin embargo, baterías y guitarras de rock 'n' roll
Se combinan en tu cara

El viejo Hank no tendría ni una oportunidad
En la radio de hoy día
Desde que cometieron el asesinato
Allá en el Paseo de la Música

Ellos pensaron que nadie la echaría en falta
Una vez que estuviee muerta y desaparecida.
Se dijeron que nadie compraría aquellas viejas
canciones sobre bebidas y traiciones.

Bueno, no hay justicia en todo esto
Y los hechos son fríos y contundentes
El asesinato se ha cometido
Allá en el Paseo de la Música.


Murder on Music Row

Nobody saw them running
From 16th Avenue
They never found the fingerprints
Or the weapon that was used
But someone killed country music
Cut out its heart and soul
They got away with murder
Down on music row

The almight dollar
And the lust for worldwide fame
Slowly killed tradition
And for that, someone shouldhang
They all say "Not Guilty!"
But the evidence will show
That murder was committed
Down on music row

For the steel guitars no longer cry
And the fiddles barely play
But drums and rock 'n' roll guitars
Are mixed up in your face
Ol' Hank wouldn't have a chance
On today's radio
Since they committed murder
Down on music row

They thought no one would miss it
Once it was dead and gone
They said no one would buy them ol'
Drinkin' and cheatin' songs
Well there ain't no justice in it
And the hard facts are cold
Murder's been committed
Down on music row

viernes, 8 de abril de 2011

¿Por qué?, Jarcha

Como ya he comentado en otras ocasiones, cuando comencé a descubrir el placer por la música, a los catorce o quince años, me encantaba rebuscar entre los vinilos de mi padre y dejarme seducir por los grupos y solistas que allí me aguardaban. Pocos me resultaban extraños, dado que había crecido escuchando sus voces durante las mañanas de fin de semana y los viajes en coche; las voces de Neil Diamond y Violeta Parra, de los Beatles y Mocedades, de Jorge Cafrune, Carlos Cano y Mari Trini.

Supongo que en buena medida se debe a aquella herencia musical paterna —combinada con lo sensible e inquieto de esa edad— el hecho de que mi entrada en la pasión musical se diese por la puerta de la canción de autor, tirando a rojete, además. ¡Qué le vamos a hacer...!

Recuerdo que uno de los discos que más pinchaba, cuando ya empezaba a entenderme con el tocadiscos de mi padre, era uno de Jarcha. No el famoso Libertad sin ira, sino justo el que lanzaron a continuación, En el nombre de España, paz. Creo que soy de los pocos de mi generación que conoció muchas canciones del grupo onubense antes de llegar al célebre himno publicitario con el que se presentó en sociedad Diario 16. De hecho, aquel En el nombre de España, paz sigue pareciéndome uno de los mejores trabajos de la formación, con un equilibrio fantástico entre temas populares, adaptaciones y composiciones propias, entre ritmos tradicionales y creaciones más actuales.
Hace un par de días me vino a la cabeza una de las canciones de aquel álbum. Fue a cuento de una conversación con un par de amigos. Hablábamos de la intervención de la ONU en Libia, y de las declaraciones de Obama, Zapatero y otros líderes mundiales sobre la necesidad de parar los pies a Gadafi. Nos asqueaba comprobar que asistimos por enésima vez al vergonzoso espectáculo de tener que escuchar lo peligroso que es un tipo que ayer era amigo. Otra vez a una guerra para desarmar a un individuo al que las propias potencias occidentales han armado previamente. No sé si es que los ciudadanos somos demasiado tontos o bien indiferentes hasta un punto enfermizo, pero desde luego esto es un pitorreo, y con dramáticas consecuencias, que es lo peor.

Si lo pensamos bien, la cosa es zafia como el argumento de la peor película en plan Delta Force: los políticos malandrines que venden armas al villano para justificar después entrar a saco para desarmarlo y de paso quedarse con sus riquezas (petroleo) o poner un gobernante pelele al frente del país. Así contado suena poco original, tal vez sea porque se trata de una situación que se ha repetido demasiadas veces en la vida real.

Como decía, al hilo de esa conversación vino a mi memoria musical el recuerdo de aquella canción de Jarcha, ‘¿Por qué?’, hoy tan sensible y reflexiva, dulcemente ingenua, como quince años atrás: nadie puede aprobar una muerte ni convertir la guerra en un negocio, aunque digamos lo que digamos, juegan con nosotros a su antojo.

Puedes escuchar la canción pinchando aquí.
¿Por qué?

¿Quién fabrica las pistolas? ¿Quién?
¿Quién las cargará con balas? ¿Quién?
¿Quién apretará el gatillo? ¿Quién?
¿Quién ha de morir mañana? ¿Quién?


¡Puedes ser tú, puedo ser yo!
Las balas no han de respetarnos.
¡Puede ser éste, quizás aquél!
El quién no importa, sólo el porqué.


¿Quién apretó el gatillo? ¿Quién?
¿Quién nos disparó?
Izquierdas o derechas. ¿Quién?
¡Qué se yo!


Se mezclan intereses con rencor,
los odios, con doctrinas.
Y el resultado de esta mezcla es
muerte y dolor.


Nadie da licencia de matar,
el hombre no es un blanco.
Guardad vuestras pistolas de una vez
Que todos queremos paz, paz...


¿Quién segará nuestras vidas? ¿Quién?
¿Quién se manchará de sangre? ¿Quién?

viernes, 18 de febrero de 2011

No me llames extranjero, Alberto Cortez y Facundo Cabral

Un texto realmente emocionante, estremecedor, que pone de relevancia la gélida indiferencia con la que se maltrata y denuesta a demasiada gente en demasiados sitios por el simple hecho de haber cruzado líneas inexistentes, dibujadas sobre mapas, líneas que sólo los hombres marcan, imponen y obligan a ver; algo así como el traje invisible del emperador, la posesión de los necios. Ésas líneas que llamamos fronteras.

El argentino Rafael Amor es el autor de esta canción magnífica, desgraciadamente tan actual hoy como cuando la compuso décadas atrás. En este vídeo la interpreta Alberto Cortez con sentimiento desgarrador, mientras Facundo Cabral recita, no con menos acierto, los versos centrales. El corte pertenece a una de las giras conjuntas que ambos artistas, también argentinos, realizaron en la década de los noventa, en las que combinaban canciones de ambos y algunos monólogos tan simpáticos como estimulantes para la reflexión.

A eso precisamente, a pensar, es a lo que animan estos versos.



No me llames extranjero

No me llames extranjero porque haya nacido lejos,
o porque tenga otro nombre la tierra de donde vengo.
No me llames extranjero porque fue distinto el seno
o porque acunó mi infancia otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero si en el amor de una madre
tuvimos la misma luz en el canto y en el beso
con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.

No me llames extranjero, ni pienses de dónde vengo,
mejor saber dónde vamos, adónde nos lleva el tiempo.
No me llames extranjero porque tu pan y tu fuego
calmen mi hambre y mi frío, y me cobije tu techo.
No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.

Y me llamas extranjero porque me trajo un camino,
porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares,
y un día zarpé de otro puerto,
si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos
y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos,
y los amigos que nos nombran y son iguales los rezos
y el amor de la que sueña con el día del regreso.

No, no me llames extranjero, traemos el mismo grito,
el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños,
ellos son, ellos son los que inventaron esta palabra: extranjero.

No me llames extranjero, que es una palabra triste,
que es una palabra helada, huele a olvido y a destierro.
No me llames extranjero, mira tu niño y el mío
cómo corren de la mano hasta el final del sendero,
no los llames extranjeros, ellos no saben de idiomas,
de límites, ni banderas, míralos, se van al cielo
por una risa paloma que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío,
el cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo,
ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre
por la libertad eterna e igual de libres murieron.
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Cruzando el paraíso, Loquillo

Abierto en 1954, el Balmoral cerró sus puertas 52 años después. Era un bar de la calle Hermosilla, en Madrid, uno de esos bares con un clima especial, que te transportaban a otra época. Un bar de los que ya no existen. Ese aire algo fantasmal de pasado acabado pero no perdido, de supervivencia a pesar de todas las fuerzas, incluida el paso del tiempo, es el se impone en el último disco de estudio de Loquillo, lanzado hace algo más de un par de años, y que tiene ese título, Balmoral. En él, el rockero mantiene la tónica de sus últimos trabajos al apostar por unos textos muy cuidados, protagonistas del álbum junto a unas melodías intimistas, discretas, sensibles.

Luis Alberto de Cuenca o Sabino Méndez son algunos de los letristas de este trabajo, aunque la canción que aquí rescatamos está firmada por el propio José María Sanz, Loquillo, con la música a cargo de Gabriel Sopeña. Un texto abrasador, arrollador, coherente con el resto de las piezas del álbum, sobre dos seres que luchan y continúan, cada uno en su propio alambre. Se editaron dos versiones, una a dueto con el legendario rockero francés Johnny Halliday y otra con el argentino Andrés Calamaro. La primera, incluida más abajo, es notablemente superior.

Cruzando el paraíso

Es tan fácil dar sin pensar en uno mismo,
vayas a donde vayas encontrarás espejismos.
Somos tan iguales y a la vista tan distintos,
yo bajando a los infiernos y tu cruzando el paraiso.

Para ti, la vida que te lleva,
para mí, la vida que me quema.
Tenías tanto que aprender y yo tanto por demostrar.
Por un instante, la eternidad.

Nada permanece todo se desvanece.
Sé que no puedo quejarme, trataré de no engañarme.
Siempre es cuestión de tiempo llegar al precipicio.
Yo bajando a los infiernos y tú cruzando el paraíso.

Para ti, la vida que te lleva,
para mí, la vida que me quema.
Tenías tanto que aprender y yo tanto por demostrar.
Por un instante, la eternidad.

Me sobraba vida para amarte,
fotogramas que olvidé al revelarte.
Ahora ya es demasiado tarde.
¡Qué difícil es, qué difícil es…!

Para ti, la vida que te lleva,
para mí, la vida que me quema.
Tenías tanto que aprender y yo tanto por demostrar.
Por un instante, la eternidad.