sábado, 27 de febrero de 2010

Al vent, Raimon

En 1958, en un viaje en motocicleta junto a un amigo, el joven valenciano Ramón Pelegero Sanchis, Raimon, experimentó un fugaz instante de libertad al sentir el aire golpeando su cuerpo. Aquella experiencia le condujo a una reflexión que cistalizó en una de sus primeras canciones. No la grabaría hasta unos años después, pero poco a poco, aquel tema acabaría convirtiéndose en uno de los principales himnos de la lucha por la libertad en España.

Lograda ésta, Al vent sigue siendo una canción de gran vigencia, pues la riqueza de sus reflexiones van más allá de cualquier situación política y social. De hecho, se trata de un canto de esperanza e ilusión, la traslación a unos pocos versos de ese empuje de la juventud, con el pecho a punto de reventar por unas ansias maravillosas de exprimir toda la esencia de la vida.

Concluida la transición política, Raimon ha sido uno más de tantos artistas condenados al olvido. A unos dejó de interesarles tener cerca a alguien de su integridad, a otros les resultaba poco atractivo un tipo de su calado artístico y cultural, ajeno a las modas y las exigencias del mercado. Así que la idea general que ha quedado es que Raimon era uno de aquellos jóvenes que empuñaron sus guitarras contra la dictadura y se quedaron anclados en aquella época. Y esa torpe y absurda concepción, amén de los recelos políticos e idiomáticos, ha llevado a que muchos aficionados se pierdan la obra de un autor de extrema sensibilidad, capaz de los versos más bellos y elaborados y las construcciones musicales más singulares. Y así, mientras en Nueva York, París, Berlin o Tokio, recibe un apoyo popular equiparable al de cualquier cantautor anglosajón de su generación, en España es ninguneado y silenciado. Una lástima despreciar así nuestro legado cultual.

Espero ir dando a conocer en este blog algunas de mis grabaciones favoritas de Raimon, con quien he tenido la suerte de mantener amenas y muy interesantes charlas en diversas ocasiones. Pero hoy quiero traer ese legendario Al vent, en una actuación muy especial, la celebración de los 30 años de la canción, en 1993. Multitud de artistas arroparon a Raimon en aquel recital, y se unieron a él para cerrarlo con este tema, desde Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez al legendaro Pete Seeger.

Al viento

Al viento,
la cara al viento,
el corazón al viento,
las manos al viento,
los ojos al viento,
al viento del mundo.

Y todos,
todos llenos de noche,
buscando la luz,
buscando la paz,
buscando a Dios,
al viento del mundo.

La vida nos da penas,
ya el nacer es un gran llanto:
la vida puede ser ese llanto;
pero nosotros

al viento,
la cara al viento,
el corazón al viento,
las manos al viento,
los ojos al viento,
al viento del mundo.

Y todos,
todos llenos de noche
buscando la luz,
buscando la paz,
buscando a Dios,
al viento del mundo.

martes, 23 de febrero de 2010

Taller de poesía rock (Algo más que una bonita rima)

¡Cuántas veces no hemos escuchado o tarareado una canción sin tener la más mínima idea de lo que dice la letra! Y no me refiero sólo a una cuestión idiomática. Hay canciones en castellano que requieren cierta atención, un poco de esfuerzo, que muchas veces no le dedicamos; ni más ni menos que el que le dedicaríamos a una obra pictórica (si no lo hacemos con ninguna, ése ya es otro problema). Escuchar una canción sin atender a la letra es como ver una película sin sonido, o escucharla con la pantalla en negro. Y es que en España, las canciones siguen siendo eso, "vulgar" música, entretenimiento popular, relleno para Los 40 principales y ganchos para que la gente recuerde los anuncios de telefonía móvil.

Las canciones con mensaje parecen cosa de antaño, de aquellos cantautores protesta de los setenta. Y qué va, ni de lejos. Que no es lo mismo canción protesta que canción con algo que decir. Y se pueden decir tantas cosas con una canción, se pueden aprender tantas escuchándolas. Pensad en algunas de las canciones cuyas melodías os hacen estremecer pero no sabéis bien de va. Estoy seguro de que, si lo supierais, la experiencia alcanzaría una mayor plenitud.

En países tan variopintos como Estados Unidos, Alemania o Rusia, la obra de autores como Bob Dylan, Leonard Cohen o Paul Simon se estudia en las aulas como aquí se hace con Machado. De hecho, atendiendo a las definiciones de la RAE, es difícil comprender por qué las letras de las canciones no son consideradas un género literario más, como la narrativa, la poesía, el ensayo o el teatro, pues al fin y al cabo, se trata de un "arte que emplea como medio de expresión la lengua" (que es como se define la Literatura), aunque completado con acompañamiento musical.

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Sobre todo esto hablaremos desde mañana, cada miércoles durante las próximas semanas (del 24 de febrero al 28 de abril), en los encuentros de Poesía rock que Taller de Palabras organiza en la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla. Analizaremos la trayectoria y las obras más interesantes de cinco autores anglosajones y cinco españoles. Y que nadie se enfade por la ausencia de éste o aquél, pues la lista no se ha elaborado atendiendo a que éstos fueran los mejores, sino a que sus trabajos resulten interesantes e ilustrativos para los encuentros. Ojalá en breve podamos trabajar con muchos más. Pero de momento, las alineaciones son las que siguen: Bob Dylan, Leonard Cohen, Bruce Springsteen, Paul Simon y Kris Kristofferson, por parte del equipo visitante; Javier Krahe, Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina y Raimon, que juegan en casa.

María José Barrios y un servidor dirigiremos el taller con la esperanza de que los encuentros terminen convirtiéndose en un ameno foro de debate e intercambio de opiniones, teniendo como objeto la maravillosa experiencia que supone disfrutar, en toda su plenitud, de una buena canción.

Como muestra, traigo aquí un tema de Paul Simon, American Tune, incluido en su segundo disco en solitario, que siempre me ha parecido lleno de matices interesante. Se trata de una composición que toma como base musical una coral de Bach extraída de La paión según San Mateo, para crear una dura pero esperanzadora reflexión sobre Estados Unidos, justamente en el bicentenario de la nación.

Una melodía americana

Muchas veces he estado equivocado
y otras muchas confundido,
sí, y a menudo me he sentido abandonado
y desde luego han abusado de mí,
pero estoy bien, estoy perfectamente bien.
Sólo tengo los huesos un poco cansados.
Aún así uno no espera poder estar
alegre y ser un bon vivant
tan lejos de casa, tan lejos de casa.

No conozco ningún espíritu que no haya sido abatido,
no tengo ningún amigo que sienta en paz,
no conozco ningún sueño que no haya sido hecho añicos
o que no haya sido sojuzgado.
Pero todo va bien, todo va bien,
hemos vivido tan bien tanto tiempo
que cuando pienso en el camino
que llevamos recorrido
me pregunto en qué nos equivocamos.
No puedo evitarlo, me pregunto en qué nos equivocamos.

Soñé que estaba muriéndome.
Y soñé que mi alma se elevaba inesperadamente
y se volvía para mirarme,
sonriendo tranquilizadoramente.
Y soñé que echaba a volar
y que desde lo más alto mis ojos pudieron contemplar con toda claridad
a la Estátua de la Libertad
alejarse navegando hacia altamar.
Y soñé que estaba volando.

Llegamos aquí en el navío al que pusieron por nombre el Mayflower,
estuvimos en la nave que surcó la luna,
entramos en el momento más incierto de nuestra época
y cantamos una melodía americana,
pero todo va bien, todo va bien.
No se puede ser eternamente afortunado.
Mañana será otro día de trabajo
y voy a intentar descansar un poco.
Lo único que intento es conseguir un poco de paz.


viernes, 19 de febrero de 2010

CSNY. El compromiso político del supergrupo

A mediados de 2006 Neil Young decidió que ya era suficiente. Se plantó en el estudio con su guitarra, sus Caballos Locos y un coro de cien voces gospel para grabar un álbum tan urgente como necesario. Sería su firme de denuncia contra la administración Bush por todo lo que estaba haciendo al país y sus habitantes, desde la sangrante guerra en Irak a las restrictivas medidas antiterroristas. Grabó las nueve canciones del disco en tan solo seis días, y cuatro de ellas las escribió en el propio estudio el mismo día en que las grabó. Y en las nueve, George W. Bush fue la presencia constante, el hilo temático, el hombre acusado por el rockero, entre otras cosas, de mentir, espiar, desatar una guerra sin razón ni sentido y ejercer una nefasta administración del país.

Canadiense de nacimiento pero asentado en Estados Unidos desde los sesenta, Neil Young siempre ha sido uno de los rockeros más comprometidos con los problemas sociales y políticos de su entorno. Y en esas diversas cruzadas que ha afrontado, contra la guerra de Vietnam, las armas nucleares o en apoyo de las zonas rurales más pobres del país, el canadiense siempre ha contado con el inestimable apoyo de sus viejos colegas David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash.

La prensa musical los bautizó “el supergrupo”, mientras que algunos influyentes medios de derecha los tachaba sencillamente de alborotadores, traidores y otras lindezas que entraban ya en el puro ataque personal. Desde que grabaron su primer disco juntos en 1969, Crosby, Stills, Nash & Young se han venido reuniendo y separando varias veces a lo largo de las últimas décadas. Nunca nada traumático, cada cual tiene su propia carrera y cuando les apetece, vuelven a subirse juntos al escenario.

En este caso, cuando Young publicó su disco, pensó que la mejor manera de promocionarlo era invitando a sus viejos colegas a implicarse con él en este arriesgado proyecto: recorrer el país con una gira en la que la denuncia política fuera el principal objeto de la actuación. Los tres aceptaron encantados y entusiasmados.

El supergrupo, CSNY, es sinónimo de agitación de las conciencias sociales y del despertar idealista de finales de los sesenta. Sus canciones son la banda sonora imborrable con la que millones de personas han vivido, amado, tenido esperanza, protestado, luchado contra injusticias y crecido.

El sonido básico de la banda se asienta en un toque clásico y puro de guitarras, tanto acústicas como eléctricas, para acompañar a un juego armónico de voces que ha creado escuela. Sin embargo, con tan evocadoras armonías no se dedican a hablar de la primavera y del olor de las flores, sino a reflejar los conflictos de la época y de los cambios que están teniendo lugar en cada momento.

En 1971 cantaron juntos Ohio, una ardiente denuncia del asesinato de cuatro jóvenes por parte de la Guardia Nacional en la Universidad de Ohio durante una manifestación contra la guerra de Vietnam. Aquél fue solo uno de los muchos himnos combativos que el supergrupo habría de aportar a la generación de los setenta.

Treinta y cinco años después, el mundo seguía igual de disparatado, y jóvenes estadounidenses volvían a morir en una guerra estúpida y sin sentido por antojo de su presidente. Así que Crosby, Stills, Nash y Young volvieron a lanzarse a la carretera para protagonizar su iniciativa más comprometida y controvertida.

El nuevo disco de Neil Young, Living with war, iba a servir de base musical para vertebrar el resto del programa, y contarían con vídeos especialmente preparados con los que dar a conocer a los espectadores imágenes que no habían visto hasta el momento — como la de los centenares de ataúdes de soldados estadounidenses amontonados en los aviones— y otras que debían recordar —como algunas de las “brillantes” declaraciones públicas del presidente Bush. Todo el espectáculo debía constituir una crítica abierta y contundente a la política exterior de Estados Unidos y a su continua violación de los derechos humanos, así como a las medidas internas establecidas que atentaban contra los derechos básicos de los propios ciudadanos.

Y para que la cosa no quedase en esos meses de conciertos, Neil Young decidió poner en marcha un documental que él mismo dirigiría bajo su seudónimo habitual, Bernard Shakey. CSNY: Déjà Vu sigue a la banda por todo el país durante aquella gira que fue bautizada Freedom of Speech 2006 (“Libertad de expresión 2006”). Y como no había manera de valorar el evento sin tener en cuenta las reacciones del público asistente, Young fichó al reputado periodista político Michael Cerre para que se encargase de acercar al espectador de la película las reacciones de los fans ante las letras, así como la conexión del grupo con sus admiradores, todo ello con el trasfondo de la Guerra de Irak y Afganistán, y con los acontecimientos que rodearon a las elecciones de 2006 en Estados Unidos.

De este modo, la película acaba planteando acontecimientos del pasado y del presente, y en su narración se entremezclan temas interpretados durante la gira con material de archivo, metraje de noticias y opiniones, tanto positivas como negativas, del público asistente a los conciertos. “¡Ya sabéis, libertad de expresión!”, grita Graham Nash cuando buena parte del auditorio comienza a abuchear a la banda tras interpretar Let’s impeach the President, uno de los temas clave de esta gira.

Tras pasar por los cines españoles como un suspiro, sin apenas tiempo en cartel y aún menos promoción, CSNY: Déjà Vu Live llega ahora a dvd cuando George W. Bush ya ha hecho las maletas. No obstante no hay que dejar pasar la oportunidad de ver esta singular producción, presentada en los festivales de Sundance, Berlín y San Sebastián, en la que la música no es la gran protagonista, sino más bien los propios músicos, con su claro posicionamiento y toma de conciencia ante lo que sucede a su alrededor. Los cuatro amigos sienten la obligación como artistas de aprovechar su talento y su popularidad para remover los ánimos y las ideas del país para intentar cambiar la situación.

Las reacciones, como no podían ser de otra manera, son radicales en ambos sentidos: algunos aplauden a rabiar, otros abuchean y se marchan. Varios gritan a la cámara que han pagado su dinero para un concierto de rock, no para un mitin político, y como respuesta se exponen las opiniones de quienes estaban deseosos de que algún artista se solidarizase por fin con esa manera de pensar y sentir de buena parte del país para reflejarla en sus canciones.

Y canciones es lo que ofrece la banda sonora del documental, llamada igualmente CSNY: Déjà Vu Live y lanzada por Warner el pasado verano, más o menos cuando se estrenó la película. Si bien son pocas las piezas que se escuchan al completo en el largometraje, el disco recoge hasta dieciséis cortes, desde algunas de las nuevas canciones de Young a clásicos del supergrupo como Teach your children o el For what it's worth que Young y Stills grabaron con Buffalo Springfield. Y, claro, tampoco falta la gran estrella de la gira, ese Let’s impeach the President que se convirtió en el leit motiv y que miles corearon con lágrimas en los ojos mientras otros tantos escuchaban de fondo al abandonar malhumorados los estadios.

Así que parece que no es sólo cosa de España lo de ese debate sobre si los artistas deben o no meterse en política. Como todo, dependerá de lo que diga el artista en cuestión y de las ideas del oyente en particular. Aquí, al otro lado del río y entre los árboles, ya sabéis cuál es la postura: siempre mejor tocarle las narices al poder que los pétalos a las flores.

Aquí os dejo la letra y un vídeo de esa Let’s impeach the President.

Destituyamos al Presidente por mentir
Engañando a nuestro país para llevarlo a la guerra
Abusando de todo el poder que le dimos
Y enviando todo nuestro dinero fuera.

¿Quién es el hombre que contrató a todos los criminales,
Las sombras de la Casa Blanca que se ocultan tras las puertas cerradas?
Y tuerce los hechos para acomodarlos a su nuevo cuento
De por qué tiene que enviar a nuestros hombres a la guerra

Destituyamos al Presidente por espiar
A ciudadanos dentro de sus propias casas
Violando cada ley del país
Interceptando nuestros ordenadores y nuestros teléfonos

¿Qué ocurre si AL-QUAEDA hizo volar los diques?
¿Estuvo así Nueva Orleans más segura
Al abrigo de la protección del gobierno?
¿O tal vez alguien no regresó a casa ese día?

Destituyamos al Presidente por secuestrar
Nuestra religión y usarla para ser elegido
Dividiendo nuestro país en colores
Y abandonando a las personas negras.

Gracias a Dios que actúa bajo efecto de esteroides
Desde que vendió su viejo equipo de béisbol
Hay montón de personas preocupadas por el gran problema
Pero, por supuesto, nuestro Presidente está limpio

Gracias a Dios

martes, 16 de febrero de 2010

¿Por qué habla tan alto el español?, León Felipe y Héctor Alterio


Este tono levantado del español es un defecto, viejo ya, de raza. Viejo e incurable. Es una enfermedad crónica.


Tenemos los españoles la garganta destemplada y en carne viva. Hablamos a grito herido y estamos desentonados para siempre, para siempre porqué tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe.

La primera fue cuando descubrimos este continente, y fue necesario que gritásemos sin ninguna medida: ¡Tierra¡ ¡Tierra¡ ¡Tierra! Había que gritar esta palabra para que sonase más que el mar y llegase hasta oídos de los hombres que se habían quedado en la otra orilla. Acabábamos de descubrir un mundo nuevo, un mundo de otras dimensiones al que cinco siglos más tarde, en el gran naufragio de Europa, tenía que agarrarse la esperanza del hombre. ¡Había motivos para hablar alto¡ ¡Había motivos para gritar¡

La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido con una lanza rota y una visera de papel aquel estrafalario fantasma de la Mancha, lanzando al viento desaforadamente esta palabra de luz olvidada por los hombres:¡justicia¡ ¡justicia¡ ¡justicia¡...!También había motivos para gritar¡ ¡También había motivos para hablar alto¡

El otro grito es más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos sobre la colina de Madrid, en el año de 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al mundo: ¡eh¡ ¡que viene el lobo¡ ¡que viene el lobo¡...!que viene el lobo¡

El que dijo tierra y el que dijo justicia es el mismo español que gritaba hace 6 años nada más, desde la colina de Madrid, a los pastores: ¡eh¡ ¡que viene el lobo¡

Nadie le oyó. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento, y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿Pero por qué habla tan alto el español?

Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: el español habla desde el nivel exacto del hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porqué escucha desde el fondo de un pozo.

viernes, 5 de febrero de 2010

A change is gonna come, Sam Cooke

Sam Cooke era uno de los cantantes afroamericanos más populares de EEUU a comienzos de los años sesenta. Sus sencillos de soul y pop eran grandes éxitos, con una notable producción musical pero un mensaje bastante estándar. En alguna ocasión se había planteado decir algo más con sus canciones, pero la advertencia estaba clara: la cuestión de la lucha por los derechos de los negros era demasiado espinosa y podría arruinar sus ventas y su reputación.

Sin embargo, Cooke se sintió mal cuando la canción de Blowin’ in the wind se convirtió en el gran himno de este movimiento. Tuvo que ser un joven blanco el que diese voz a la lucha de los negros contra el racismo y la discriminación. Con ese mal sabor de boca, un día, tras un concierto en Durham, Carolina del Norte, estuvo hablando con algunos manifestantes del movimiento de derechos civiles. Sintió entonces la necesidad de pronunciarse ante una situación tan terrible, que la población negra estadounidense siguiese siendo tratada de manera distinta a la blanca, con menos derechos, sin igualdad práctica ante la ley. Cooke se metió en el autobús de la gira y allí mismo garabateó las líneas que acabarían convirtiéndose en el auténtico himno del movimiento por la lucha por los derechos civiles: A change is gonna come (‘Va a llegar un cambio’).

La canción se articula a partir de dos episodios reales vividos por Cooke. El primer fue la muerte de su hijo de dieciocho meses, Vincent, que se ahogó accidentalmente. El segundo ocurrió a mediados de 1963, cuando el cantante y su banda fueron detenidos por alterar el orden público al intentar registrarse en un hotel “sólo para blancos” de Shreveport, Louisiana.

Sam Cooke grabó A change is gonna come el 21 de diciembre de 1963, en los estudios RCA en Los Ángeles, California, durante las sesiones para el álbum Ain't that good news, editado en 1964. El cantante volvió a sus raíces musicales para dotar al tema de un emocionante aire gospel, que le permitió interpretar aquella letra con una pasión difícilmente advertida en sus grabaciones hasta la fecha.

A pesar de lograr unas ventas moderadas en su día, el tema es considerado la mejor composición de Cooke. Con el paso de los años, A change is gonna come ha conseguido mayor aceptación y elogios, y en 2005 fue incluida en la posición número 12 de la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos, confeccionada por la revista Rolling Stone.

Tras ganar las elecciones de 2008, en un encuentro en Chicago con sus seguidores, Barack Obama empleó los versos de la canción para lanzar el mensaje que él mismo representaba: “Hace mucho tiempo que se aproximaba, y esta noche, el cambio ha llegado a América”.

Va a llegar un cambio

Hay un viejo amigo
al que una vez le oí decir
algo que me llegó al corazón
y empezaba así:

“Nací junto al río
en una pequeña carpa.
Y como el río,
he estado fluyendo desde entonces”
Dijo que hace tiempo que se aproxima,

pero sé que va a llegar un cambio.
¡Oh, sí, llegara!

Dijo que ha sido muy duro vivir,
pero yo tengo miedo de morir.
Podría no tenerlo si supiera
qué hay allí, más allá del cielo.
Hace tiempo, mucho tiempo que se aproxima

pero sé que tiene que llegar un cambio.
¡Oh, sí, llegara! 

Fui a mi hermano
y le dije: "Hermano,
ayúdame, por favor."
Él dijo: "Mi buen hermano,
me gustaría, pero no puedo".
Y cuando, cuando miré alrededor
yo había dado marcha atrás
cayendo sobre mis rodillas.

Hubo ocasiones en las que pensé,
pensé que no resistiría mucho más,
pero de algún modo ahora mismo creo
que soy capaz, capaz de seguir adelante.

Te digo que ha sido mucho tiempo
y ha sido un viaje cuesta arriba
todo el camino
pero yo sé, yo sé, yo sé
sé que va a llegar un cambio.

Algunas veces tuve que llorar toda la noche
Sí, lo hice.
Algunas veces tuve que darme por vencido
por aquello que sabía que estaba mal.

Sí, ha sido un viaje cuesta arriba
Seguro que ha sido un largo camino
Sí, lo ha sido
cada paso del camino.
pero yo creo, yo creo
que esta noche llega el cambio
Te digo eso
Llega el cambio